-¿Y
tú, a quién vas a votar?
-¿Yo?
A Ciudadanos.
25 de
mayo de 2014, elecciones europeas. Un hito cambió por completo el rumbo de la
legislatura de Mariano Rajoy y marcó un antes y un después en la historia de
nuestro país. Una candidatura encabezada por Pablo Iglesias Turrión, tertuliano
de la tele, famoso por pelearse con
los Inda, los Marhuenda, los del Gato al agua y demás morralla periodística,
obtiene 5 escaños al Parlamento Europeo. Su partido, llamado Podemos,
presentaba un programa electoral erguido sobre seis puntos: recuperar la
economía, conquistar la libertad, conquistar la igualdad, recuperar la
fraternidad, conquistar la soberanía y recuperar la tierra. Proponía, entre
otras cosas, bajar la edad de jubilación hasta los 60 años, el impago de la deuda,
un referéndum sobre la permanencia o no en la OTAN, renta básica universal y la
nacionalización de los sectores estratégicos. Las televisiones se hacen eco de
la sorpresa y todos esperan con expectación las declaraciones de su líder y
máximo dirigente. Se espera un ambiente lúdico y festivo en la sede de Podemos.
Sin embargo, Pablo Iglesias acude a rueda de prensa con un gesto serio y
enfadado, y, ante los ojos de toda España, pronuncia sin miedo y con absoluta
gravedad:
“No
hemos nacido para ser una fuerza testimonial, hemos nacido para ganar. ¡Y vamos
a ganar!”
-No,
joder, no. Te han encandilado, te han vendido el discurso, te has quedado con
la cara bonita, Ciudadanos va de centro-izquierda pero son tan de derechas
como...
-Ciudadanos
es de derechas, claro que sí. Desde luego, hay que ser inútil para tragarse la
cantinela de que Ciudadanos es de izquierdas. En este país hay mucha gente que
pasa de la política, pero por lo menos uno debería saber qué es lo que va a
votar. Es de cultura general y es de sentido común, estamos hablando de algo
que te va a afectar en la vida diaria, cojones.
En
noviembre de 2014 Podemos alcanza su punto álgido, y se sitúa primero en
intención de voto según la encuesta del CIS. La reacción del statu quo es implacable. Calumnias, etiquetas,
portadas inquisitoriales, campañas de difamación. Ciudadanos, un partido que hasta
al momento había ejercido una función residual en Cataluña, y que había
acompañado al Partido Popular en casi todas las decisiones que se habían tomado
en el parlamento, aparece de repente en las encuestas y será aupado por los
medios de comunicación, que le otorgan una cuota de pantalla y le dedican editoriales especialmente
afectuosas. Es el “Podemos de derechas” que había pedido unos meses atrás el
Presidente del Banco Santander, Josep Oliu. La apuesta es segura: un joven jurista,
guapo, aseado, que ya había demostrado sus habilidades retóricas.
Con
la llegada de la campaña electoral los grandes empresarios se han lanzado en
masa a financiar la que es su apuesta para la perpetuación de las políticas
neoliberales llevadas a cabo por el Partido Popular. Anonymous le ha declarado
la guerra a Ciudadanos y ha desvelado algunos de los nombres que participan en
esta campaña: Mercadona, Marina D’or, la familia Kaczynski, Declan Ganley,
Omega Air o el presidente del RCD Espanyol, Joan Collet, son algunos de los
nombres que han surgido.
-Pero
yo voy a votar a la derecha.
-Ya
estamos. La derecha. Convencido de que los héroes patrios del IBEX 35 van a
dedicar sus esfuerzos a hacer mejor tu vida.
-No
no, desde luego que no. Las grandes empresas sólo defienden sus propios
intereses. Escupen al trabajador y también a las PYMES y a los autónomos. Que
Ciudadanos tenga el apoyo del IBEX 35 sí que es algo que me preocupa.
-No
lo entiendo. ¿Por qué vas a votar a la derecha?
-Por
que no voy a votar a la izquierda.
Mucho ha cambiado el programa electoral de Podemos respecto
al que presentó en las Elecciones Europeas. La jubilación desciende sólo hasta los
65 años, se elimina el referéndum sobre la permanencia en la OTAN, se aparca de
momento la voluntad de nacionalizar los sectores estratégicos; renta mínima
garantizada, auditoría y reestructuración de la deuda pública y cumplimiento de
los objetivos del déficit, aunque a un ritmo más lento del que nos va a exigir
Europa.
Podemos cambia el discurso y deja de asociarse a la izquierda
para tratar de conquistar la centralidad del tablero. Hablan en clave de “ciudadanía”,
de la lucha de “los de abajo”, la gente, contra “los de arriba”, la casta. La
izquierda ortodoxa renegará de ellos. Vendidos, traidores, socialdemócratas, sois solo otro partido más del sistema, un mecanismo que éste utiliza para
evitar la subversión popular. Sumisos, continuistas, ¿dónde están vuestras
ideas de revolución? ¿Dónde dejasteis los ideales socialistas, donde quedó vuestro
apoyo a las revoluciones latinoamericanas?
La derecha más casposa seguirá tratando de etiquetarlos, encasillarlos,
arrinconarlos. Chavistas, comunistas, frikis, buenistas, utópicos, mentirosos, ineficaces, déspotas. Y Pablo Iglesias, a lo suyo. En los debates de la tele, hablando
de Churchill y de Keynes; y en la Tuerka, a vueltas con Gramsci, Marx y Laclau.
El pueblo llano, mareado y desorientado, no sabrá a qué lado adherirse. ¿Me da
usted un partido para el cambio? ¿Como lo quiere, templado,
destemplado, medido, desmedido…?
-¿Sabes
en qué consistió la reforma laboral del PP? ¿Sabes por qué ha bajado el paro?
Porque ahora en vez de contratar a un trabajador por 1200 euros...
-A
las empresas les sale más rentable contratar a dos personas a tiempo parcial
por debajo del salario mínimo. La gente está tan desesperada que acepta
cualquier sueldo.
-Coño,
qué te voy a contar yo a ti, que te toca currar todos los veranos y conoces
cómo funciona el mundillo. Si sabes que la derecha actúa en contra de tus
intereses, ¿por qué la defiendes?
-A ver,
hay dos cosas que no me gustan nada de la derecha: La precarización del trabajo
y la privatización de los servicios públicos.
-Eso es igual que decir... que no te gusta la derecha.
-Sí.
Supongo que no me gusta nada de la derecha.
-¿Y
porque no votas a la izquierda? ¿Te gusta todavía menos?
-No
es eso.
-¿Y
entonces?
-No
confío en su voluntad política. No creo que estos de Podemos vengan aquí con la
intención de mejorar el país, más bien de destrozarlo.
Y llegan
las alcaldías del cambio. Ada Colau, Manuela Carmena y Joan Ribó. Alcaldes que
devuelven la ilusión y la dignidad a su pueblo y que, en apenas unos meses de
gobierno, reducen en unos 100 millones la deuda municipal, desmontando el mito
de que la izquierda no gestiona bien la economía. Y entonces entendí lo que es
la izquierda. Y supe que izquierda no es un vídeo de Pablo Iglesias cantando la
internacional con Pablo Hasel o un intelectual hablando del materialismo
histórico. Izquierda es la gente de a pie, izquierda es cambio, dignidad,
devolver al trabajador los derechos que le han sido expoliados durante todos
estos años.
-¡No!
¡Izquierda es la clase obrera! ¡Izquierda es revolución! ¡Es terminar con el
imperialismo y la sociedad de consumo, con la explotación infantil, con el
capitalismo, con este maldito sistema criminal!
Muy
bien, camarada. Tú sigue con tu lucha. Sigue ondeando tus banderas, sigue aferrándote a tus símbolos, mientras no haces absolutamente nada por cambiar un ápice de ese sistema que tanto (y con tanta razón) criticas. Dile a tu vecino, que lleva dos, cinco, ocho años sobreviviendo
a base de trabajo precario y saltando de contrato basura en contrato basura, que
su delicada situación es debida a la hegemonía cultural de los poderes fácticos.
Él asentirá convencido, después encenderá la televisión y escuchará que la
culpa de que no tenga un trabajo estable es que los inmigrantes vienen a
robarnos el trabajo. Tu vecino votará hoy a la derecha.
-En
lo que no confías es en la voluntad política de la derecha, porque sabes que la
derecha actúa en contra de tus intereses, eso lo sabes perfectamente. Puede que
desde los medios te hayan infundido el miedo respecto a la ideología que
representa la izquierda. Pero no son más que falacias. Date cuenta de una cosa.
Asumes que no te gusta nada de la derecha, asumes que la derecha no defiende
tus intereses, pero no quieres votar a la izquierda porque no te fías de su
voluntad política. Si esa última idea de repente se emancipara, encontraras una
prueba irrefutable que la borrara de tu cabeza y te convenciera de su falsedad,
¿qué es lo que automáticamente pasaría?
-Votaría
a la izquierda. Sí.
-Entonces...
vaya, me has dejado con una mezcla de melancolía y desesperanza. A veces la
izquierda peca un poco de dogmatismo, egolatría. ¿Por qué al iniciar la conversación
inmediatamente asumí que estabas equivocado en todos tus conceptos? Si no te he
tenido que explicar nada, si ves esa realidad tan palpable, que esta ahí, con
los mismos ojos que yo lo veo. Si yo no te tengo que convencer de nada, nada
más que es mi deber jurarte, prometerte de todo corazón... que estos chicos que
vienen de forjarse en los barrios más humildes, de sacarse la carrera al tiempo
que debían trabajar de camareros en cualquier cutrebar para sacarse sus
perrillas, que los que vienen de parar desahucios y luchar contra la corrupción, que los que
vienen del campo o de defender a los trabajadores en los sindicatos, que
incluso estos que vienen de ejercer la enseñanza en una educación pública y que
son todos nietos de republicanos que se dejaron su piel, su vida y su corazón
por luchar contra el fascismo... no vienen aquí con la intención de destrozar
nada, no vienen aquí con la intención de montarse su chiringuito. No, no es a eso a lo que vienen. De eso estoy completamente seguro.
Podemos se ha ido moderando, pero también se ha ido rodeando
de todo un equipo de expertos asesores y profesionales de primer nivel, que han
ido articulando su propuesta de cambio. Tenían un objetivo, lo dijeron desde el
principio, que era ganar estas elecciones. Otra cosa no, pero sin duda hay que
reconocer que se han preparado y que han batallado para ello, con sus uñas, con
sus garras, con sus dientes. Manteniendo en todo el momento el vilo, la
esperanza, el carácter republicano de nuestros abuelos, aquel viejo anhelo de
asaltar los cielos. Sé que muchos estaremos pendientes hoy de su resultado, y lo
estaremos también del resultado de Unidad Popular. Porque he hablado con mucha
gente que va a ir a votar con ilusión y con dolor. Con ilusión porque la
izquierda, por primera vez en la historia, puede ganar unas elecciones en
España. Con dolor porque su voto va a conllevar un sacrificio: o escaños o
ideales. O cabeza o corazón, me han llegado a decir, ojalá pudiésemos aportar
ambos órganos en nuestra papeleta, pero esta vez (otra vez) la izquierda tendrá que elegir. Y duele tanto
porque sé que hoy la unidad de la izquierda no está tan rota como lo estuvo en
las dos grandes derrotas que ha sufrido en este país: la Guerra Civil y la
Transición. Lo noto, lo huelo, lo presiento. Estamos juntos en esto. El error, desde el primer momento
fue no explicar bien qué era la izquierda, qué intereses protege, qué ideal de
sociedad construye. El error fue no tener el orgullo y la valentía de defender
desde el primer momento aquello que somos, aquello que queremos conseguir.
-Pero
y mira Syriza, lo que prometían y como acabaron.
-Claro,
pero es que Grecia sólo representa un 2% del PIB de la Unión Europea. No tiene
poder de negociación con la Troika.
-Ese
es el problema. Europa son los poderes financieros y la derecha económica. No
podemos hacer nada.
-Ah,
entonces... sabes que la derecha no va a defender tus intereses, pero sin
embargo la votas porque no hay otra solución, porque no se puede cambiar el
rumbo que Europa ha tomado.
-Claro.
-Pues
entonces...¡No salgas a votar! ¿De qué sirve entonces votar? ¿De qué sirve
entonces la democracia? Coño... vivimos casi en una dictadura y tú mismo lo
estás reconociendo. El único mínimo resquicio de cambio, de viraje democrático
y social del que disponemos es aquel que experimentaremos el domingo 20 de
diciembre. ¡Debemos aprovecharlo!
-Ojalá
tuvieses razón, Blai, y ojalá te la pudiese dar dentro de cuatro años, pero no
sé... hay que ser realista.
-Y
voy a ser realista. Grecia es sólo el primer paso, pero en Portugal también ha
llegado ya la izquierda. Nosotros ya sumamos un poquito más. Y si Corbyn
llegara a ganar en el Reino Unido pues ese poquito se iría haciendo cada vez
más grande. Querido amigo, se realista. Piensa en ti dentro de unos años.
Piensa en tus hijos, en el futuro que les vas a dejar. Piensa, cuando formes
parte de esa primera generación de la historia en la que los hijos van a vivir
peor de lo que vivieron sus padres... cuando veas a tus hijos sin futuro y sin
aspiraciones, mendigando por encontrar un trabajo vagamente remunerado en un sector
que no es el suyo... piensa en el momento en el que te preguntarán: ¿Y oye, tú
en las elecciones del 20 de Diciembre de 2015, a quién votaste? ¿Qué les dirás?
Les dirás, ay hijos, en el fondo lo sabía, lo intuía, pero no me atreví, no
tuve el valor necesario, no me fiaba del todo, quise ser realista, no creí que
el cambio fuese posible. Me resigné, me acongojé. ¿Qué jodida lección de vida
es esa?
He
aprendido mucho en estos emocionantes años y he adquirido grandes lecciones.
Pero hay una cosa de la que cada día me doy más cuenta. Vivo en un gran país.
Me siento enormemente orgulloso de pertenecer a él. En mi país tan pronto como
estoy con alguien discutiendo ferviente mis posiciones políticas estoy con ese
alguien tomándome una cerveza entre risas y gracietas, hablando sobre cualquier
tema o contando cualquier anécdota. Mi país me produce nostalgia y arraigo, porque es allí donde he forjado mis raíces, allí donde he vivido mis historias, es lo que me ha
hecho ser la persona que soy ahora. Soy patriota, amo mi país, deseo lo mejor
para él. Mi país se merece ser un país mejor, más digno, más rico, más
orgulloso, mi país tiene hoy una oportunidad y se merece la oportunidad de
aprovecharla.
Y es
que ya lo dijo con gran acierto el sabio Mujica. Un país son tus amigos, y eso sí
se extraña.
¿Y tú, a quién vas a votar? Mi buen amigo, con el que me encanta discutir, votará a la izquierda.